31 agosto 2009

La caída del un coloso




Allí, tras el naranjo vibrante
de una señal cónica.
solo, apartado de sus congéneres
cual leproso sonando su ruidosa carraca
esperas tranquilo la llegada
de aquél que mata.

Tus ramas orgullosas
se yerguen contra el nublado éter,
tus hojas, menos fuertes,
huyeron hacia el cielo estrellado.

Mil y un nudos se ven
en tan recto estandarte
señales del tiempo
y su implacable desgaste.

El hombre llegó a tu nicho
Con su ruido,
su acero,
su brillo,
ojala huyeras, recto gigante,
del progreso invasivo,
pero se acercan ya sonidos de cadenas
.. al fin te han vencido.

03 agosto 2009

Critica del que llega a poblar la tierra

Como rompemos día a día la armonía magnífica de la naturaleza con los sonidos cacofónicos de nuestra ida moderna.

¿te has sentado en una plaza, rodeada de calles, y tratado de escuchar el dulce trino de un pájaro?

Pareciera como si nos sumergiéramos en una suerte de hipnotismo y olvidáramos de sentir nuestro medio primitivo.

Como si en un momento cualquiera nos hubiéramos desconectado tratando de encerrarnos n una fría burbuja, todo metal y cristal.

Y el algún momento cualquiera dejamos de ver las huellas de nuestros pasos y la destrucción galopante que dejábamos de huella.

Y cuando ya hemos dado la vuelta al mundo y se ha acabado el espacio en que poner los pies nos toca pisar esa senda y tratar de no perder pie.

Y hablamos ahora de salvar a la madre naturaleza, cuando ya poco es ahora lo que podemos hacer

Y de golpe nos acordamos que los pájaros cantaban y no sabemos ni cuando los dejamos de oír,

y nos acordamos que los abuelos escuchaban el sonido del correr de agua y solo encontramos el sonido del metal contra metal.

Y nos sentimos vacíos cuando sólo hay edificios hacia donde mirar

¿Cuándo se perdieron las estrellas entre la luces de la ciudad?