31 agosto 2009

La caída del un coloso




Allí, tras el naranjo vibrante
de una señal cónica.
solo, apartado de sus congéneres
cual leproso sonando su ruidosa carraca
esperas tranquilo la llegada
de aquél que mata.

Tus ramas orgullosas
se yerguen contra el nublado éter,
tus hojas, menos fuertes,
huyeron hacia el cielo estrellado.

Mil y un nudos se ven
en tan recto estandarte
señales del tiempo
y su implacable desgaste.

El hombre llegó a tu nicho
Con su ruido,
su acero,
su brillo,
ojala huyeras, recto gigante,
del progreso invasivo,
pero se acercan ya sonidos de cadenas
.. al fin te han vencido.

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