Como rompemos día a día la armonía magnífica de la naturaleza con los sonidos cacofónicos de nuestra ida moderna.
¿te has sentado en una plaza, rodeada de calles, y tratado de escuchar el dulce trino de un pájaro?
Pareciera como si nos sumergiéramos en una suerte de hipnotismo y olvidáramos de sentir nuestro medio primitivo.
Como si en un momento cualquiera nos hubiéramos desconectado tratando de encerrarnos n una fría burbuja, todo metal y cristal.
Y el algún momento cualquiera dejamos de ver las huellas de nuestros pasos y la destrucción galopante que dejábamos de huella.
Y cuando ya hemos dado la vuelta al mundo y se ha acabado el espacio en que poner los pies nos toca pisar esa senda y tratar de no perder pie.
Y hablamos ahora de salvar a la madre naturaleza, cuando ya poco es ahora lo que podemos hacer
Y de golpe nos acordamos que los pájaros cantaban y no sabemos ni cuando los dejamos de oír,
y nos acordamos que los abuelos escuchaban el sonido del correr de agua y solo encontramos el sonido del metal contra metal.
Y nos sentimos vacíos cuando sólo hay edificios hacia donde mirar
¿Cuándo se perdieron las estrellas entre la luces de la ciudad?
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