05 noviembre 2006


A veces sentimos que nos ha tocado un ángel, esos días son tan felices que queremos que todo el que en nuestro entorno nos vea pueda sentir la felicidad que irradiamos, queremos que todos sean iluminados por una sonrisa o una palabra de apoyo, por un logro o un sueño, por el amor o el cariño.
Hay veces que sentimos que nos va a estallar el pecho en un laberinto de colores y que van a llover flores del ancho cielo estrellado y que dormiremos sobre las nubes sobrecogidos de gozo pues en esos días sabemos que Dios es bueno y la tierra es hermosa.
Es tan grande saber que la familia va a crecer, que somos tan inmensamente queridos y que eso perdurará por años y que a pesar del tiempo y de la distancia, que a pesar de los malos ratos y las amarguras que en nuestra vida se notan podremos avanzar por el mundo confiando en que tenemos refugio y nido donde guarnecernos de las lluvias de desgracias o las borrascas de la tristeza.
Esos días en que sabemos que hasta el final de nuestros simpre habrá`para nosotros un consuelo para nuestras nuestras penas, un pañuelo que seque nuestras lágrimas, una mano amiga que se tienda para recojernos del suelo cada vez que resvalemos o para sacarnos de los ojos las antiparras oscuras que os ponemos a veces no dejandonos ver el mundo más que en colores azules y perder los rosas.
Hay días en que no hay desgracia que nos perezca tan inmensa, en que no hay obstaculo que parezca imposible, esos días son aquellos en que nos sacamos la venda de los ojos y vemos nuestro verdadero potencial y sabemos que hacer.
Esos días son los que nos permiten sobrevivir a los días malos pues sabemos que un día no muy lejano llegará a nosotros otro de esos días, para disfrutarlo.
Hilandra

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